La extraordinaria aventura de educar a un hijo con Trastorno del Espectro Autista contada por una orientamadre

La primera vez que te dicen o te das cuenta, como fue mi caso, de que tu hijo tiene autismo, un montón de preguntas se amontonan en tu cabeza:¿por qué? ¿qué va a suponer en su desarrollo?¿Tendrá las mismas oportunidades que los demás de ser feliz? ¿Qué puedo hacer yo?¿cómo puedo ayudarle?¿Dónde puedo ir?

Como orientadora escolar, además de madre de un niño tea, me fui dando cuenta de que mi niño no reaccionaba como los demás antes los ruidos, no miraba a los ojos, aleteaba los bracitos cuando estaba nervioso, tenía fobia a la textura de algunos alimentos, dejó a los 18 meses de decir las frases que decía, para luego dispararse a hablar de forma verborréica y descontrolada y sin importarle si tenía o no la atención de los demás… Ante estas evidencias de que mi hijo tenía rasgos autistas, estuve de acuerdo en que el equipo de atención temprana le valorara,  de cara a que entrara en el colegio con los apoyos necesarios. Pero  tuve que enfrentarme a las críticas de algunas personas allegadas que me decían que “como yo trabajaba con niños con dificultades, pues estaba viendo problemas en mi hijo donde no los había, porque era muy listo y gracioso.” En aquellos días, comprendí por qué al Trastorno Asperger o autismo leve, como se empeñan en denominarlo ahora,  se le llama el “trastorno invisible”.

¿Con qué propósito he escrito este libro? Pues con el propósito de abrazar y dar soporte a los corazones de las familias de los niños con autismo, riéndome de mí misma en clave de humor, para enseñar que, aunque no hay una cura ni una estrategia infalible con nuestros niños TEA, entre todos podemos compartir y encontrar lo que nos funciona para caminar juntos.

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