California 83 tiene el eco de El Gran Meaulnes o de La Ciudad y los Perros, pero cuenta con el añadido de un humor poco respetuoso, descarnado, un pelín negro en ocasiones y nada temeroso.
El protagonista de California 83 sufre una enfermiza aversión al ridículo, producto de una aguda pulsión irónica que hace fluir las páginas de esta tonificante novela como relato iniciático del que es muy fácil sentirse cómplice. Se entrecruzan así subjetivos diálogos interiores con la distante proximidad de una cultura que, pese a su hospitalidad, nuestro conspicuo carácter ibérico jamás podrá asimilar totalmente.
Pepe Colubi encadena en California 83 risas, cervezas y chicas inalcanzables. American Graffitti pasado por Asturias en lugar de París. Excelente combinación.
Un chaval español de principios de los ochenta es enviado por sus padres a California. Un año para estudiar COU viviendo con una familia americana, pero también un año para quitarse complejos y fobias de la adolescencia y los prejuicios de alguien que se ha criado en un país con una sola cadena de televisión, poco rock y mucha religión católica. Por un lado encontrará una treintena de canales de televisión, MTV en lugar de Aplauso, Police o The Clash al alcance de la mano y unas contagiosas ganas de pecar en un ambiente surfero, por otro un idioma nuevo, una familia metodista y la prohibición de beber cerveza por ser menor de edad. Todo un desafío…
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