El autor de Bullas acaba de publicar su último trabajo, un nuevo viaje a los tiempos de la posguerra, nuestro "Salvaje Oeste" particular
A la corta edad de los siete años, Guille pudo escapar de morir asesinado, tal y como lo fue el resto de su familia.
La tragedia le produjo a Guille un shock emocional que le borró la memoria, sin embargo, a partir de ese día, los difusos flashes de la tragedia irían marcando la trayectoria de su vida. El niño, personaje central de la obra, fue acogido por la familia de un pastor, aunque poco le duraría la estancia en su nuevo hogar, ya que debido a los fuertes enfrentamientos bélicos en la zona, entre las fuerzas nacionales y republicanos, el gobierno tomó la decisión de evacuar a la población más débil, y así: niños, tullidos, ancianos, etc., fueron trasladados a la retaguardia del conflicto. El niño, al que los padres de acogida llamaron Delfín, junto a la caravana de refugiados se vio trasladado de un lado a otro hasta que, junto a otra caravana, la caravana de los Niños de la Guerra, llegó a Toulouse, Francia. Al cabo de unos años Delfín regresó a España sin identidad, sin memoria, sin pasado y escaso futuro, pero con el estigma en su haber de ser hijo de perdedor de la guerra.
Con la soledad impresa en el alma, caminando siempre a contracorriente, Delfín emprendió una peligrosa carrera delictiva plagada de violencia, de amistades peligrosas, de hazañas y sobresaltos, hasta que el destino le ofreció una salida para su propia reconversión, pero antes sería sometido a las más duras pruebas de supervivencia, de aventuras, de lealtades y traiciones, que paradójicamente lograrían cerrar el círculo de su vida.
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