Mínima verosimilitud

Cualquier lector desea encontrar un libro mágico, que lo entretenga, que lo haga pensar, que lo emocione. Algunos lectores viven obsesionados con no despegarse de la realidad. En sus lecturas exigen rigor histórico, datos, ejemplos del pasado o del presente; otros, al contrario, se embarcan en mundos de fantasía por los que viajar, huyen de la no-ficción y tratan de alejarse, desesperadamente, del mundo real, se sientan o no atosigados por él.

  Este libro de ficción histórica puede que agrade a ambos tipos de lector, o a ninguno de ellos. Se trata de una colección de relatos dedicada a borrar fronteras que, de por sí, ya son tenues, si no inexistentes. Dedicada a quienes saben que tras la novela histórica deben habitar la imaginación y la leyenda, que la historicidad rara vez es tan objetiva como se pretende y que lo real convertido en novela bebe de lo ficticio tanto como de las fuentes históricas.

 El volumen recorre, sin pudor, diferentes momentos históricos, desde la Grecia clásica hasta el presente pasando por Tartessos o una investigación por el Paleolítico, para reflejar problemas e ilusiones plenamente humanos, demostrando que la esencia de la humanidad, su plena vigencia, es capaz de atravesar el tiempo, dejando atrás siglos y generaciones sin que por ello dejemos de reconocernos en cada personaje, por lejana que sea su época o ajena su preocupación.

 Mínima verosimilitud incluye dieciséis cuentos de temática histórica pero carentes de base real, narraciones que se dejan leer con facilidad, a lomos de una dócil brevedad, pero que pueden dejarnos un poso duradero en la mente, suficiente como para hacernos meditar o evocar el pasado tanto como nuestro presente.