“La piedra de siete ojos” es la primera novela de Miriam Conde y todo un augurio de éxito para esta escritora vallisoletana. El libro es un compendio de suspense, intriga, aventuras, pero también una historia con tintes cotidianos que te atrapa desde las primeras líneas, haciéndote sentir parte de la aventura.
Una trama bien narrada, con unos personajes muy bien perfilados, que recorren la vieja Castilla por el pasado y el presente buscando un tesoro fragmentado.
La novela tiene diez capítulos y un epílogo. Son bastante largos, pero no se hacen para nada pesados, todo lo contrario. Yo tenia que hacer descansos porque había demasiada emoción. Cada capitulo tiene mucha tensión, que puede que no sea la idea de la autora, pero en todo momento yo estaba deseosa de saber como narices iba a continuar y yo misma me ponía tensa. Llega a ser una película y me deja sin respiración.
Es una novela de esas que deberían ser adaptadas a la gran pantalla. Es super chachis, de verdad.
Una lectura fantástica con la que he disfrutado en todo momento.
Amelia, una protagonista inteligente pero que peca de confiada. Y esa confianza le traerá cierto conflicto con cierto personaje del que no hablaré para no desvelaros nada. Sí, la chica es tan inteligente como ciega, sentimentalmente hablando. Y ya, no os digo más.
La autora ha tenido el suficiente oficio para crear dos historias paralelas que se complementan a la perfección, sin que ninguna de las dos tenga más peso sobre la otra en la solución final.
En resumen, una novela recomendable que se lee con facilidad gracias a una trama bien escrita y unos personajes desarrollados y nada planos.
La piedra de siete ojos relata el descubrimiento de un objeto sagrado, el candelabro del templo de Jerusalén, a lo largo de varias épocas, desde la Roma del siglo V, azotada por las invasiones bárbaras, pasando por la Castilla de los siglos XIV, donde entramos en la corte del rey Alfonso XI, hasta el trascendental año de 1492.
Esta novela se encuadra en el género de "búsqueda del tesoro". Pese a que toda la trama es imaginada, bien pudiera haber sucedido así. No hay lugares imaginarios o desconocidos, ni personajes con dotes extraordinarias. Para poder saltar de una época a otra, necesitamos desencriptar los mensajes que los personajes han dejado para ello.
En la época contemporánea, la protagonista Amelia debe contar además con el auxilio de la ciencia y de la técnica para hacer sus descubrimientos.
Aunque en la literatura nos hemos encontrado ya con muchos objetos sagrados, como el arca de la Alianza, o la lanza de Longinos, con extraordinarios y mágicos poderes, en esta novela el poder del candelabro reside en su simbolismo. Al contrario que el Arca, un objeto que almacena energía (algunos dicen que en realidad es un condensador eléctrico) o la lanza de Longinos, de la que se cuenta que confiere el don de la inmortalidad, el candelabro no tiene poder alguno. La fascinación que nos crea reside en lo que representa. Simboliza la paz y la presencia de Dios. A lo largo de la novela, Amelia va desgranando su significado, tal y como se explica en la Cábala, la mística surgida en la Castilla del siglo XIII.
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